EN BUSCA DE LA TRASCENDENCIA. ENCONTRAR A DIOS EN EL MUNDO ACTUAL

Autor: Llano, Alejandro
Fuente: Ariel

EL AUTOR - Alejandro Llano. Doctor en Filosofía. Ha sido Director y Presidente del Centro de Estudios sobre la Responsabilidad Social de la Iniciativa Privada (CERSIP); Vicepresidente del Seminario Permanente Empresa y Humanismo; Presidente de la Fundación Universidad-Empresa de Navarra. Es Académico de número de la Academia Europea de Ciencias. En 1994 fue Visiting Scholar en la University of Notre Dame, Indiana, U.S.A.
Ha publicado los siguientes libros: Fenómeno y trascendencia en Kant; Ética y Política en la sociedad democrática; Ciencia y Cultura al servicio del hombre; Gnoseología; Metafísica y Lenguaje; El futuro de la libertad; Filosofía della Conoscenza; La nueva sensibilidad (traducción inglesa: The New Sensibility; traducción italiana: La nuova sensibilità); El humanismo en la Empresa; El enigma de la representación; Humanismo Cívico; El diablo es conservador; Sueño y Vigilia de la Razón y La vida lograda.
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     Llano, prestigioso filósofo y concretamente metafísico, intenta abordar la pregunta más veces hecha durante los últimos cien años. ¿Hay algo más allá de la muerte? ¿Existe Dios?. Durante siglos ha sido una verdad, con altibajos, pacíficamente admitida, pero en el mundo actual, al menos en Occidente abundan los agnósticos. La actitud más razonable, como ya se refleja en la obra Fedón, en un diálogo entre Sócrates y un discípulo suyo, es plantearse esta cuestión trascendental. El hombre actual parece entretenido con juguetes que le distraen de la pregunta fundamental. Llano, va rastreando los argumentos existentes, contrastándolos con una supuesta segunda voz, puliendo la argumentación y llegando hasta los últimos adelantos de la biología, de la neurología y de la astronomía, para ver si la pregunta y los argumentos siguen vigentes. Llega a la conclusión de que no hay argumentos irrebatibles para afirmar la existencia de Dios, pero tampoco para negarla; más bien, la balanza se inclina ante el gran número de cuestiones que abocan a esa respuesta, a favor de su existencia. El último capítulo, Llano, abandona ese ejercicio intelectual para abordar la cuestión desde la óptica de la fe, con la comprensión que da el amor, y estima la seguridad del cristiano ante la verdad revelada que supera con mucho las posibles evidencias intelectuales. De todas formas, quien no tenga el don de la fe, debiera adoptar dos actitudes posibles: pedirla con humildad o buscar a Dios con todas las fuerzas de su inteligencia y aprovechando los esfuerzos que en ese camino han hecho hombres inteligentes anteriormente. Los avances científicos no han aportado gran cosa ni en un sentido ni en otro; la libertad de creer sigue siendo actual. Lo que no es razonable es la actitud despectiva de quien no solo renuncia a hacerse las preguntas esenciales sino que se ríe de quien se las hace.

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