VIAJE AL CENTRO DEL HOMBRE
- Libros
- 01 Enero 2014
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EL AUTOR – Carlos Llano. Licenciado y Doctor en Filosofía en la Universidad Complutense de Madrid, Universidad de Santo Tomás en Roma y Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), así como estudios de Ciencias Económicas en la Universidad Complutense. Fue miembro correspondiente de la Academia Brasileña de Filosofía y Socio Académico de la Academia Internacional de Direito e Economía del Brasil. Fundó la revista ISTMO consagrándola a la difusión del pensamiento humanístico, social y económico. Fundador del Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresa (IPADE) y de la Universidad Panamerica (UP). Asimismo, fue miembro fundador de la Universidad Panamericana, y Rector y Presidente de su Consejo Superior (1967-1994). Dedicó los últimos cuarenta años de su investigación filosófica al campo específico de la antropología de las organizaciones, tanto públicas como privadas.
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Obra del filósofo y empresario mexicano en la que plantea tres cuestiones básicas: El fundamento de la dignidad de la persona humana, la selva de lo superfluo y escalada hacia las propias cumbres. Los títulos de los capítulos dos y tres corresponden al planteamiento del libro como un viaje. El primer capítulo responde a la pregunta ¿dónde estoy? Llano va a la raíz de los retos del hombre en el siglo XXI. Muchas personas desconocen el fundamento de su identidad; si el ser humano es un paso más en la cadena evolutiva de la materia, no tiene sentido hablar ni de dignidad ni de finalidad. Llano apuesta con decisión por el sentido trascendente de la persona; con una dignidad tan alta que le convierte en el único ser de la tierra que tiene su fin en sí mismo. El ser humano no puede ser usado como medio, pues se le cosificaría y se le trataría de manera disconforme a su dignidad personal. En el segundo capítulo aborda un tema de rabiosa actualidad; como el ser humano tiene cuerpo, necesita bienes materiales, de los cuales unos son necesarios, otros convenientes y algunos superfluos e incluso nocivos. No hay una línea fija que separe unos de otros, pero sí prudencial; si queremos valorar a las personas por el ser en lugar de por el tener, siempre habrá bienes necesarios y otros superfluos o nocivos. Determinar en cada caso en que grupo entran los bienes, requiere ser templados para no llenarse de objetos y la fortaleza precisa para no disponer de los superfluos y los nocivos; en el terreno educativo, es patente la necesidad de que los padres actúen con coherencia. En el tercer capitulo de esta expedición hacia el centro del hombre, es básico saber que es lo esencial para la persona, de lo contrario no alcanzaríamos la cumbre; por ejemplo, un afán excesivo por ser feliz en una forma de no lograrlo; la felicidad es el resultado de un estilo de vida. Comenta el autor como es preferible apuntar a la excelencia aunque no se alcance, que apuntar a la mediocridad y lograrla; es urgente volver a encontrar la dimensión vertical en la vida de las personas, esa dimensión que nos hace elevarnos por encima de los instintos y que nos permite vivir con plenitud la condición humana. El autor no cae en una visión espiritualista de la vida, sabe que el ser humano tiene necesidades materiales y que incluso el amor, parafraseando a Lewis, es como un árbol, que para crecer alto necesita tener hondas las raíces, bien arraigadas en la tierra que lo sustenta.