EDUCANDO PARA LA IGUALDAD
- Libros
- 01 Abril 2012
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LA AUTORA- María Calvo Charro. A los 26 años se doctoró en Derecho Administrativo y en la actualidad es profesora titular de Derecho Administrativo en la Universidad Carlos III de Madrid. Ha dedicado toda su vida profesional a la docencia y a la investigación, en España y en Estados Unidos (Universidad de Harvard). Es autora de varios libros jurídicos. Su experiencia como madre de cuatro hijos y la preocupación por la situación actual de la educación en nuestro país la impulsaron a iniciar una profunda investigación sobre el derecho a la educación y la libertad de enseñanza, habiendo escrito diversos artículos e impartido varias conferencias sobre la materia. Es considerada una de las mayores expertas en educación diferenciada tanto a escala nacional como internacional.
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La autora, profesora universitaria y madre, lleva años estudiando esta cuestión; utiliza abundante documentación, especialmente de experiencias en el mundo anglo-sajón; también acude a referencias neurológicas para establecer las diferencias entre varones y mujeres. La autora parte de la igualdad de dignidad y derechos, pero niega el igualitarismo que propugna quien considera que las diferencias entre chicos y chicas obedecen exclusivamente a modelos culturales. La educación mixta se difundió durante el siglo XX y en algunos lugares ha pasado a ser un axioma indiscutible. Es cierto que en el pasado la mujer ha estado discriminada en el mundo escolar, pero actualmente en Occidente esa no es la realidad. El fracaso escolar de los chicos es casi el doble que el de las chicas; el diferente ritmo de maduración, algunos rasgos que comportan la masculinidad y la feminidad como la competitividad o el colaboracionismo, siempre que no se lleven a extremos patológicos son innegables. El varón si no puede destacar en los estudios, buscará el protagonismo llamando la atención haciendo el gamberro o por otros medios. Sin negar que el tema es discutible y que si bien las razones pedagógicas parecen dar la razón a los defensores de la educación diferenciada, la organización escolar resulta más sencilla mediante la coeducación. En último caso, quienes tienen la ultima palabra son los padres de los menores y resulta discriminatorio negarse por sistema a un método o al otro. Es un tema que debiera estudiarse en un debate sereno, libre de apasionamientos y, en la duda, optando por la libertad. La autora no entra en debates sino que se limita a exponer datos científicos y sociológicos, si bien se muestra partidaria de la educación diferenciada.