LA IGLESIA, ROSTRO DE CRISTO
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- 01 Junio 2010
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En sus catequesis semanales desde marzo de 2006 a febrero de 2007, Benedicto XVI fue evocando a los doce apóstoles, a San Pablo y a sus colaboradores Timoteo, Tito, Silas; también a San Esteban, san Bernabé y al matrimonio formado por Priscila y Aquila y a un pequeño grupo de primeros cristianos. De un modo claro, sencillo y profundo, como es habitual en las audiencias de Benedicto XVI, aporta luces nuevas que reflejan haber llevado a la oración personal los textos del Nuevo Testamento; también su capacidad para percibir rasgos particulares allí donde otros pasan de largo. Cada una de las personas a las que se hace referencia en estas catequesis, algunas son objeto de varias intervenciones como Pedro y Pablo, tienen rasgos específicos, que las distinguen del resto. Benedicto XVI manifiesta una profundidad teológica con su capacidad divulgadota; sabe ver en la profundidad de esa revelación luces para aplicar a la vida personal en nuestro tiempo. Ese revivir la vida de los primeros discípulos de Cristo permite percibir con fidelidad cómo es esa cercanía y celo apostólico de quienes o vivieron con Jesús o con sus apóstoles. Sabe sacar enseñanzas que nos permita vivir con más fidelidad el seguimiento de Cristo.