UN NUEVO HERMANITO
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- 01 Octubre 2007
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Original para sontushijos
La reconfortante experiencia de comunicarlo a los hijos pequeños
Antes de empezar, quisiera hacer una previa confesión para que quien lea estas líneas entienda su porqué. Y el motivo no es otro que trasladar por escrito la reconfortante experiencia de comunicar a mis hijos pequeños (4 y 3 años) la noticia de que venía al mundo una nueva hermanita.
Esta circunstancia me ha ayudado a querer más a mi mujer, querer más a mis hijos y querer más a Dios.
Muchos, al conocer que íbamos a tener un tercer hijo, se asombraron, otros nos recriminaron y criticaron preguntándonos si estábamos locos (bendita locura), otros, que tampoco lo entendieron con un segundo hijo tan seguido, esta vez callaron y otros, los menos, vieron en la buena noticia la mano de Dios.
Indudablemente y desde mi visión, y la de mi mujer, la vida es un milagro y los hijos son un don de Dios y no un derecho del hombre o de la mujer, como ahora pretende imponerse, a ser padre o madre.
Y así hemos intentado, y creemos haberlo conseguido, transmitírselo a nuestros hijos cuando nos preguntaron qué tenía mamá en la barriga, cómo había llegado ahí y porqué papá y mamá iban a tener otro niño.
La explicación, ha sido muy simple, sin complicaciones de cigüeñas, abejas y flores; y así, llegado el día en que surgió la pregunta, la respuesta fue sencilla, tan sencilla como que la nueva hermanita estaba ahí a consecuencia del intenso amor de papá y mamá y de la alegría de Jesús, al vernos, que ha querido que la tuviésemos en casa.
Los hijos está claro que afectivamente nos enriquecen y la pregunta, que podría quedar en la mera anécdota, nos ha permitido reflexionar, pararnos un momento y pensar, apreciar y valorar lo que podría parecer “algo evidente” y, como he dicho más arriba, nos ha servido, me ha servido, a querer más.
Los niños, que ni son tan complicados ni tan enrevesados como nosotros, esta idea la han entendido perfectamente y ahora ven en su hermana, e insisto, a un nivel muy sencillo, una participación directa de Dios en nuestras vidas, en nuestra familia.
En absoluto quiero decir con ello que las otras explicaciones sean peores, o mejores, sino que sería bueno no despreciar algo tan poco valorado en una sociedad excesivamente materialista y consumista en la que buscamos siempre algo a cambio de algo, algo como es la mutua entrega y el Amor “que todo lo puede” y que puede dar respuesta a muchas preguntas e interrogantes de nuestros hijos.
Si queremos a nuestros niños con locura, ¿por qué avergonzarnos de hablarles de ese amor?; el ejemplo de los padres debe ser completo y si esperamos que aprendan de nosotros el orden, los buenos modales, el respeto…, no minusvaloremos la posibilidad de enseñarles activamente también a querer y a que ellos son fruto de ese amor sin condiciones.
Así contribuiremos a conseguir que nuestros pequeños también sepan amar sin esperar nada a cambio y a entregarse a los demás simplemente por amor y para llenar de alegría a Jesús que, como ellos dicen, “lo ve todo desde el Cielo”.