LOS PADRES COMO EJEMPLO Y MODELO DE VIDA

Autor: Jone Larreta

Licenciada en Pedagogía y Psicopedagogía por Universidad del País Vasco.

Diplomada en Magisterio por la Escuela Universitaria Villanueva.

Titulación en Euskara.

10 años ejerciendo en Educación infantil, tanto en primer como en segundo ciclo.

Actualmente, tutora del curso de 2º de Infantil en el Colegio Eskibel.

Fuente:

Original para sontushijos

No se puede pretender que el niño imite de sus padres sólo... en lo positivo.

Los padres son el modelo principal para un niño pequeño hasta los nueve años, de manera que en estas edades todo lo que sus padres hagan o digan lo interpreta como la forma adecuada de actuar. No se puede pretender que el niño imite de sus padres, sus referentes,  solo lo positivo. Habrá que reflexionar sobre el ejemplo que se les está dando a los hijos con la forma de actuar paterna y materna: ser padre y madre obliga a ser mejor persona.

¿Qué imitan?

* El trato con personas: cómo se trata a los familiares, amigos, otros hijos, a las personas con las que se convive en el vecindario, calle…

* Cómo afrontar las propias responsabilidades, el trabajo o las tareas del hogar.

* Cómo se reacciona ante las dificultades y se expresa la frustración y el enfado, los modales…

* Aficiones, cómo ocupar el tiempo libre y el ocio: leer, gusto por la Naturaleza, deportes, ayudar a los demás…

* Vida de Piedad: no se pueda dar algo que no se tiene. Los niños también aprenden de sus padres el amor a Dios.

* La afectividad: cómo manifestar el afecto a los demás.

* El valor y el respeto hacia el propio cuerpo: el pudor.

* Actitud ante la vida: forma de encarar cada día, manera de enfrentar los problemas y las dificultades…

¿Cuál es el ejemplo adecuado?

* Para tratar a las demás personas: con delicadeza, sin gritos, desprecios o comentarios hirientes, defendiendo los propios derechos con buenas formas. Resulta fundamental conversar con ellos en relación a la familia, los amigos y compañeros, comunicarles la experiencia del amor: que entiendan que el amor tiene que ver con el cuidado, la atención, la corrección, con ayudar a los demás y  ser virtuosos. El respeto como habilidad básica fundamental que hay que trabajar desde edades tempranas, no solo en el hogar sino también en un contexto más formal como puede ser el colegio. Las palabras “mágicas” de “por favor” y “gracias” no hay que olvidarlas nunca.

* Afrontar responsabilidades: acudiendo a trabajar sin inventar excusas, valorar el trabajo bien hecho, colaboración de todos en las tareas del hogar…La responsabilidad viene de la mano de la obediencia. No podemos formar hijos responsables si previamente no se ha educado en la obediencia. El hecho de trabajar la obediencia no significa que no se quiera la libertad para los hijos; pero tienen que asumir que no solo existe su libertad sino también la del resto de personas de su alrededor, libertades que tienen que respetar. Para que nuestros hijos sean responsables primero tienen que ser obedientes. Es fundamental dejar claro a los hijos que obedecer es una necesidad de convivencia: los padres obedecen las leyes, a sus superiores en el trabajo, las reglas sociales… La obediencia se presenta así como una de las virtudes fundamentales que hay que inculcar desde los primeros años, puesto que en estas edades (4-5 años) están especialmente predispuestos a “recibir” esta virtud hasta hacerla suya (período sensitivo de la obediencia y de la sinceridad). Con respecto al trabajo, se trataría de inculcar el valor de un trabajo bien hecho, de mantener una disposición siempre activa hacia los deberes y responsabilidades del día a día, es decir, entender que el trabajo también nos forma como personas y supone un medio para mejorar.

* Buenos modales: No utilizar palabrotas y expresiones inadecuadas.

* Reacción frente a las dificultades: estas se presentan como una oportunidad para mejorar, un reto en el camino de la vida que hay que enfrentar y, en el caso de no lograr superarlas, asumir “la derrota” como una ocasión para superarse a sí mismo, es decir, seguir en el intento la próxima vez. Las personas con buena autoestima no tienen miedo al fracaso puesto que ven como un logro haberlo intentado. Son personas que confían en sus posibilidades, no temen enfrentarse a nuevos desafíos y tareas, siempre están dispuestos a aprender y probar. Es posible que a veces las cosas no salgan como ellos imaginan, pero tienen la confianza para volver a intentarlo. El error también forma parte del aprendizaje y ellos lo saben.

* Aficiones, cómo ocupar el tiempo libre y el ocio: el tiempo libre supone un tiempo magnífico para compartir con la familia e iniciar a nuestros hijos en aficiones de servicio a los demás. El contacto con la Naturaleza nos conduce a contemplar nuestro alrededor con otros ojos, deteniéndonos en la belleza de todo lo creado, percatándonos de detalles insignificantes que en el día a día pasamos por alto. Esta afición más contemplativa para la que hay que ponerse “otras gafas de mirar” también supone valorar todo lo que se nos ha dado, Creación que hay que conservar y preservar para futuras generaciones. Por lo tanto, supone admitir que nosotros también tenemos responsabilidad en mantener aquello que se nos ha concedido. Además, podemos emplear este tiempo en ayudar a personas que se encuentran en una situación más desfavorecida e, incluso, en practicar algún deporte como medio de superación, como medio para educarnos en el esfuerzo, la superación, los retos, la vida sana. Así mismo, se puede inculcar el amor a los libros, iniciándoles en un buen hábito lector, presentándoles la lectura como una maravillosa aventura que nos conduce a todo un mundo lleno de sorpresas, imaginación, creatividad, saber…

* Vida de Piedad: los padres también se presentan como ejemplo en su amor a Dios. Si los niños crecen en un contexto en el que Dios está presente diariamente, al que se le reza, se le pide, se le da gracias, en un futuro ellos también lo tendrán presente en sus vidas (Jesús en la primera infancia).

* Afectividad: la forma de manifestar afecto de los padres también supone un modelo para los hijos. Inculcar la importancia de la intimidad para determinadas situaciones y comportamientos es fundamental. En la actualidad, donde el valor de explicitar y hacer público todo lo que acontece en la vida de uno está a la orden del día (a través de las redes sociales), parece que el valor de la privacidad e intimidad es de “antiguos”, es decir, que alude a épocas pasadas.

* El valor y el respeto hacia el propio cuerpo. Es importante reforzar los hábitos de higiene (ducha diaria, imagen personal limpia y aseada…) y el cuidado del cuerpo, el pudor.

* Actitud ante la vida: la alegría también se imita y se contagia. Levantarse de buen humor, con alegría, con ganas de aprovechar al máximo el día, concebir cada día como un regalo que no hay que desperdiciar… Todo esto también se aprende en familia.

Twitter