ESTIMULAR EL LENGUAJE Y EL HABLA EN LA EDAD TEMPRANA
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- 17 Enero 2017
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Graduada en Educación Infantil y Diplomada en Educación Primaria por la UPV.
Títulos de DECA, EGA y ADVANCED.
Con más de 2 años de experiencia en centros escolares en las etapas de Infantil y Primaria.
Profesora en Eskibel Ikastetxea.
Original para sontushijos
Es importante la participación activa de los adultos para que los niños desarrollen sus habilidades.
“Mi hijo ya cumplido el año y todavía no habla”, “No entiendo nada de lo que me dice mi hijo” son frases muy típicas que oímos los maestros con frecuencia y que revelan la preocupación de los padres respecto al desarrollo del lenguaje de sus hijos. Los niños hacia los 12 meses logran madurar las áreas del cerebro que les permiten articular las primeras palabras (mamá, hola, agua), después de haberse iniciado con la pronunciación de estas palabras aisladas, unirán dos palabras y posteriormente formularán frases sencillas. A los 3-4 años producirán oraciones que les permitirán formar relatos. Aunque todos los niños pasen por las mismas fases en el desarrollo del lenguaje, no lo hacen al mismo ritmo.
Esto es así porque el desarrollo del lenguaje y el habla están sujetos a la maduración cerebral y al desarrollo fonológico. Antes de alarmarnos porque el niño no habla o no se le entiende, es preciso esperar, sin transmitirle nerviosismo al niño, respetando así su ritmo de maduración. Pero igual de importante es contemplar otros factores que pueden estar interfiriendo en el desarrollo del lenguaje. Estos son los factores ambientales, tales como, una estimulación escasa, unas bases afectivas poco sólidas, la sobreprotección, un mal empleo del bilingüismo, exclusión en las conversaciones familiares etc.
Estos factores ponen de manifiesto la importancia de la participación activa y adecuada de los adultos en la creación de un ambiente estimulante y con vínculos socio-afectivos sólidos para desarrollar en los niños habilidades lingüísticas y comunicativas apropiadas. Tenemos que tener presente que la estimulación no es una labor solo de los maestros, sino una tarea compartida entre la escuela y la familia. La estimulación temprana, siempre que sea llevada a cabo adecuadamente entre estos dos agentes, es una herramienta sólida que nos puede ayudar a conseguir ese espacio rico en estímulos y seguro del que hablamos.
La estimulación se llama “temprana” porque abarca la etapa que va desde el nacimiento hasta los 5 años de edad, aprovechando la máxima plasticidad del cerebro. No debemos olvidarnos que el desarrollo del lenguaje empieza desde el nacimiento, con el llanto del niño, y que dura toda la vida, siendo todas sus etapas importantes y requiriendo todas ellas una estimulación.
La estimulación temprana consiste en proporcionar unos estímulos diarios al niño, a través de un conjunto de cuidados, juegos y actividades, de manera que consigamos potenciar todas las áreas del desarrollo del niño. Debemos tener en cuenta que para estimular el lenguaje y el habla hay que trabajar todos esos ámbitos del desarrollo, ya que el desarrollo del lenguaje y del habla no solo supone recitar unos sonidos sino aprender a relacionarse y a expresarse socialmente. Por lo tanto, hay que trabajar la psicomotricidad, la motricidad, las relaciones interpersonales etc.
La estimulación temprana ayudará al niño a fijar unas bases para su posterior desarrollo del lenguaje, es decir, puede ayudarle a ser más exitoso en la lectura y en la escritura, a adquirir destrezas académicas, también puede ganar confianza, autonomía, bienestar, que sin duda alguna va a influir positivamente en su personalidad.
Pero, ¿Cómo podemos estimular al niño? Para ello, debemos tener en cuenta los siguientes aspectos:
- Ofrecerle muchas oportunidades para hablar durante el día. Hay que dejarle hablar sin interrumpirle ni terminarle las frases para acelerar la conversación.
- Hay que procurar hablarle mucho, utilizando frases cortas y acciones asociadas, haciéndolo de una manera expresiva.
- Aprovechar cualquier ocasión para introducir vocabulario nuevo. Ejemplo: dar un paseo y nombrar los objetos que se van viendo.
- Aprovechar las actividades diarias como la alimentación, el baño, el vestirle. Ejemplo: recitar las partes del cuerpo durante el baño o las partes de la cara delante del espejo mientras se le peina, cantar en el coche de camino al colegio o a casa.
- No corregirle cuando diga mal una palabra sino devolvérsela correctamente en una frase. Ejemplo: dice “Quiero un pachús”, contestarle “¿Quieres un chupa chups? Aunque nos haga gracia que el niño hable mal es importante no hacérselo ver porque puede convertirse en un hábito para complacer al adulto.
- Hay que premiar los resultados obtenidos, con una palabra de ánimo, un abrazo, un beso.
Lo más importante para estimular el lenguaje y el habla del niño es hacer que el aprendizaje sea una actividad natural y divertida (¡jugad mucho con el niño!) y que se sienta seguro comunicando sus ideas y expresando sus sentimientos. Una vez conseguido esto (¡que no es tarea fácil!) será iniciativa propia del niño ir más allá en el desarrollo de su lenguaje.